Hay nombres de directores que están tallados en piedra en la historia del anime: Isao Takahata (La tumba de las luciérnagas), Mamoru Oshii (Ghost in the Shell), Katsuhiro Otomo (Akira), Satoshi Kon (Paprika) y por supuesto, Hayao Miyazaki (El Viaje de Chihiro). Sin embargo, la siguiente generación de animadores ya ha plantado su bandera en este complicado terreno, y se están convirtiendo lentamente en los nuevos referentes de la industria. Entre ellos, Hiromasa Yonebayashi (Mary y la flor de la Bruja), Makoto Shinkai (Your Name) y el sujeto que nos convoca aquí el día de hoy: Mamoru Hosoda, director de Digimon: La película, One Piece: Barón Omatsuri y la Isla Secreta, La Chica que saltaba a través del tiempo, Summer Wars, Wolf Children, El niño y la Bestia, y Mirai. Un director que tras su primera película se llevó halagadores comentarios por parte de la crítica, quienes osaron llamarlo: "El nuevo Miyazaki." ¿Por qué? ¿Qué tiene de especial Mamoru Hosoda?
La relación de cualquier animador de la industria con la figura de Hayao Miyazaki como referente es inevitable, pero en el caso de Hosoda, este es un nexo que fue fundamental para su desarrollo, tanto a temprana edad como más adelante en su carrera (ya volveremos a eso en breve). Justamente lo que impulsó al director a tomar la animación como una profesión, fue Lupin III: El Castillo de Cagliostro, la primera película dirigida por Hayao Miyazaki, que pese a ser una de sus menos famosas, se sostiene hasta el día de hoy como una brillante adaptación del personaje creado por Moneky Punch. Años más tarde, Hosoda se especializaría en pintura al óleo en la Facultad de Arte de Kanazawa, en la prefectura Ishikawa, y después de la graduación, conseguiría hacerse con un empleo como animador en Toei Animation, luego de enviarles un cortometraje que animó durante meses en sus ratos libres. Pero, todo esto ocurrió luego de que otro reconocido estudio lo rechazara, ¿adivinas cuál? bingo, Studio Ghibli, quienes no lo recibieron pero lo mandaron a volar con mucha estima. Incluso el mismo Miyazaki le escribió una carta para motivarlo a seguir persiguiendo sus sueños. Está de más decir que su relación con Ghibli no terminaría aquí.
Lupin III: El castillo de Cagliostro |
Ya en Toei Animation, Hosoda trabajaría dentro de los departamentos de animación de Dragon Ball Z, Sailor Moon y Utena: la chica revolucionaria. Estos trabajos lo fueron ayudando a forjar una reputación dentro del estudio, el cual finalmente confió en sus talentos y le encomendó la dirección de varios capítulos de Digimon, así como dos de las tres OVA's que eventualmente formarían parte de "Digimon: La película" en el año 2000 (Digimon Adventure y Digimon Adventure: Children's War Game!). Una cinta que si bien fue recibida de forma tibia por la crítica especializada, se convirtió en todo un éxito de taquilla, además de ser una de las favoritas de los fans al rededor del mundo hasta el día de hoy. El filme nos daría una primera probada del estilo del director, quien ya mostraba algunos de sus elementos característicos en su diseño de personajes y su estilo de animación, como sus "delineados rojos", que casi se han convertido en un sello personal. Esta conexión entre lo real y lo digital, y sus posibles consecuencias, son una temática que arrastraría a uno de sus futuros proyectos: Summer Wars. Pero me estoy adelantando, perdón. Finalmente, el éxito de la cinta de Digimon atrajo la atención del legendario productor Toshio Suzuki, considerado uno de los más exitosos de todo Japón. Fundador, y en ese entonces presidente de Studio Ghibli.
"Cuando hice la película de Digimon, el productor de Ghibli [Toshio Suzuki] vino a mi y me dijo 'tenemos una película en desarrollo. ¿Quieres trabajar en ella?' comentó Hosoda, en una entrevista con Polygon. Sí, el tipo que alguna vez fue rechazado para ingresar a las filas del estudio, estaba siendo invitado a dirigir una de sus películas, un hecho no menor para cualquier realizador en ascenso. Es Ghibli de quien estamos hablando, al fin y al cabo, la cumbre de la excelencia en animación y creatividad. ¿Y qué dijo Hosoda? pues que sí, sin dudarlo. En 2001 Studio Ghibli anunciaría que el joven cineasta iba a dirigir nada más y nada menos que El Castillo Vagabundo, con la fecha de estreno prevista para el 2003. Sin embargo, el viaje no estuvo libre de turbulencias, y como comenta el mismo Hosoda: "Estaba realmente emocionado, pero con Ghibli hay cierto... tono, y reglas que tienen que seguir."
Digimon: La película |
Ghibli tiene fama de ser un espacio extremadamente complicado para trabajar debido a la presión constante a la que son sometidos sus animadores, siempre bajo el ojo vigilante y tenaz de Miyazaki. Pese a todo, Hosoda es quien ha tenido las palabras más cálidas al respecto, a diferencia de otros miembros de la industria que no han sido tan amables. En 2016, el antiguo coordinador de producción del estudio, Hirokatsu Kihara, describió Ghibli como un lugar de "alta rotación", refiriéndose a que no muchos animadores se quedan debido al demandante ritmo de trabajo (algo que queda en evidencia en el documental 10 años con Hayao Miyazaki). Kihara incluso comentó que una persona a cargo "hablaba como un Yakuza y gobernaba [Ghibli] como un político", en clara referencia al propio Miyazaki. Mamoru Oshii, por otro lado, iba a dirigir una película con Ghibli que nunca llegó a realizarse tras una fuerte pelea, sobre esto comenta: "Mi primera impresión [de Miyazaki] era que se trataba de una persona alegre, pero cuando la conversación se calentaba, era realmente despiadado." Posteriormente compararía a Ghibli con el Kremlin con esta expresión: "Si el final es justo, los medios no importan. - Tener una estrategia, organizar personal y purgar a los traidores, es lo mismo - Hay cosas que solo Ghibli puede hacer, y si desaparece, la tradición desaparecía también. Pero aquello es un valor relativo, en tanto a un valor individual, creo que deberían ser disueltos inmediatamente - Creo que para un trabajo creativo, la anarquía es mínimamente mejor que la libertad bajo un poder de estado."
Volviendo con Hosoda: "Me pidieron que haga [la película] de manera similar a como Miyazaki la hubiese hecho, pero yo quería hacer mi propia película, de la manera en la que yo quería hacerla - La diferencia entre la película que yo quería hacer y como querían que la haga, era demasiado grande, así que tuve que retirarme del proyecto." Las diferencias creativas se hicieron insuperables, y Hosoda se vio a si mismo estancado en un proyecto donde no podía presentar avances consistentes, dado que los conceptos que manejaba no eran aceptables para las cabezas del estudio, esto sumado a la natural dificultad de adaptar la novela original de Diana Wynne Jones a la gran pantalla. Tras casi un año en el cual solo se llegaron a realizar bocetos del metraje (que dejaré debajo de este párrafo), Hosoda se retira el 21 de abril de 2002. El Castillo Vagabundo sería puesta brevemente en hiatus, hasta que el propio Miyazaki se decidiera por dirigirla él mismo. "Si hubiese hecho El Castillo Vagabundo de la forma en la que Ghibli quería que la haga, creo que mi carrera hubiese terminado - Cuando me fui del proyecto, las personas pensaron 'Oh, fracasó, está terminado.' Pero es algo bueno que me haya ido a hacer mis propias cosas, en lugar de hacerlas como Miyazaki lo hubiese hecho." Y Hosoda tenía razón, ya que en 2005 las cosas comenzarían a virar a su favor.
Mamoru Hosoda volvería a Toei Animation como el hijo pródigo, donde dirigiría algunos episodios de Doremi, hasta que el artista contemporáneo japonés Takashi Murakami (que trabaja en moda, medios comerciales, mercancía y animación) se acercó a él y le pidió que colaboren para la línea Multicore de Louis Vuitton. El resultado fue Superflat Monogram, una pieza que hasta el día de hoy es un referente en términos de animación como medio publicitario (puedes verla aquí). Hosoda estaba de vuelta. El realizador continúo trabajando en distintas series como animador, e incluso llegó a trabajar en el opening de la grandiosa Samurai Champloo. Poco después, Toei le confiaría lo que sería su siguiente proyecto de largometraje, nada más y nada menos que la sexta película del boom cultural: One Piece, titulada "El barón Omatsuri y la Isla Secreta." En su momento, el tono más oscuro de la cinta (claramente impregnado de la esencia del realizador) tomó por sorpresa a los fans del manga/anime, pero con el pasar de los años se ha vuelto más y más querida, considerada en la actualidad por el grueso de "nakamas" como una de las mejores de la franquicia. Algo con lo que, a nivel personal, concuerdo a 1000%. Hosoda no se adaptó a la serie para hacerle ningún favor a lo preestablecido, sino que tomó las riendas del proyecto y lo hizo suyo, anteponiendo su estética y narrativa, sin perder los valores principales de la historia original de Eiichiro Oda, como la amistad y la constancia, comunicados de una forma en la que no se había hecho antes con One Piece.
Posteriormente, su carrera se volvería imparable con su contratación a manos del estudio Madhouse, no solo uno de los más respetados de la industria, sino uno de lo más notables en tanto a calidad de animación y animadores, habiendo reclutado en su momento a grandes como Morio Asaka (Cardcaptor Sakura), Masayuki Kojima (Monster), Satoshi Kon (no hace falta que te diga que ha hecho, ¿no?), y Takeshi Koike (Redline). Como consecuencia de esta unión, nacería La Chica que Saltaba a través del tiempo, en 2006 (ganadora del premio de la Academia Japonesa a la Animación del Año) y posteriormente Summer Wars en 2009 (por la cual ganó el mismo premio), siendo esta última una de mis favoritas de de la filmografía del realizador; una historia sobre la amistad y la familia, los lazos que representan y la decisión que tiene cada uno de mantenerlos o cortarlos en busca de una identidad (una temática que se repetiría más adelante, a mayor escala, en Wolf Children). De igual manera, la cinta presenta otra de las obsesiones del director con la dualidad entre el mundo real y el digital, y las posibles consecuencias negativas que podría tener para la humanidad, frente a las cuales la unión de las personas en el mundo real es la única solución. Todo esto con una narrativa paciente, que no fuerza hechos y que se toma su tiempo en establecer a los personajes y sus situaciones, priorizando su desarrollo emotivo antes de pasar al espectáculo visual. ¿Cómo logró unir dos mundos tan opuestos como el mundo digital de OZ y una casa en medio del campo en una sola película? no lo sé, pero es brillante. Justo por esto es que creo que su edición y dirección merecen tantos halagos como sus historias. Opinión personal, no me maten, pero considero que Hosoda es tan bueno e incluso mejor que Miyazaki en algunos aspectos de su narrativa, pero ya llegaremos a eso en breve.
Summer Wars |
La Chica que saltaba a través del tiempo |
Hosoda deja Madhouse en 2011 para establecer su propio estudio de animación, Studio Chizu, junto a Yuichiro Saito (quien produjo La Chica que saltó a través del tiempo y Summer Wars). Bajo este nuevo estandarte, saldría en 2012 Wolf Children (quizá su película más "Ghibli"), por la cual ganó nuevamente el premio de la Academia Japonesa a la Animación del Año. En 2015 estrenaría también El Niño y la Bestia, que también ganó-- bueno, en resumen, todas sus películas post Madhouse han ganado el premio de la Academia Japonesa a la Animación del Año. Hosoda, ahora un fenómeno con reconocimiento internacional, anunciaría en 2017 el lanzamiento de Mirai, quizá su producción más reconocida hasta la fecha. Nominada a Mejor película animada en los Globos de Oro, los Critics Choice Awards y los Oscars, convirtiéndose en la sexta película de anime en ser nominada a este premio y la primera no producida por Ghibli. La película también ganaría "Mejor película animada - independiente" en los Annie Awards (los premios máximos de la industria animada). Hace poco, durante el evento de prensa del Tokyo Anime Award Festival 2021, el Mamoru Hosoda reveló que ya se encuentra trabajando en su nuevo proyecto, del cual aún no se sabe absolutamente nada, pero adelantó que el guión gráfico ya se encuentra casi terminado y que Studio Chizu está a punto de comenzar con la producción.
Mi director de anime preferido sigue siendo Satoshi Kon, de todas maneras, pero en términos de directores vigentes, Miyazaki y Hosoda son los dos que están en el olimpo japonés, intocables. Hace unos párrafos mencioné que Hosoda tiene características que igualan a las del dios todopoderoso de Ghibli, y es que sí, creo que ambos son maestros en distintos aspectos de la realización. Miyazaki es inigualable en el movimiento y personalidad de sus animaciones, el tipo puede ponerte media hora de un perrito corriendo en círculos y probablemente todos lo veamos fascinados por el nivel de detalle del movimiento de su cola, su rostro de emoción al perseguirla, la luz del sol que cambia conforme pasan los minutos y los bellos fondos de acuarela sobre escenarios hechos por computadora, mientras la cámara sigue la acción de manera sublime. Miyazaki te enamora de sus personajes visualmente. Esto se me hizo más que evidente en mi más reciente visionado de El Castillo Vagabundo, donde llegue a pensar: "no pasa mucho en esta película, ¿verdad?" y ciertamente, no pasa mucho. Hay momentos de la historia que suelen ser largos, descriptivos y cotidianos sin aportar mucho a la trama de la cinta en general, pero aportando toneladas de personalidad a sus personajes con cada movimiento. Nunca es tedioso de ver, nunca deja de ser fantástico. Un logro INCREÍBLE, si me preguntas. ¿Es difícil crear un guión lo suficientemente bueno como para enganchar a la audiencia? sí, ¿ES AÚN MÁS DIFÍCIL animar un guión de estructura simple de tal forma que te enganche y te enamore usando como herramienta principal el apartado visual? totalmente. Esto no es nada nuevo para alguien que sigue el método de trabajo de Miyazaki, claro está. Sabemos que su fuerte no es sentarse a escribir un guión, más de lo que es desarrollar una historia conforme la va dibujando, improvisando sobre la marcha, descubriendo poco a poco.
¿Mamoru Hosoda?
Hosoda es un maestro de la estructura y el ritmo, centrado en historias que quizá son caóticas por momentos, pero que también están cargadas de sutiles momentos de calma donde no pasa absolutamente nada, momentos que no son improvisados, sino que parten de un guión como herramientas que refuerzan las personalidades y conflictos de los personajes, brindándoles tiempo para respirar. En este sentido, el cine de Hosoda se vuelve casi observacional, incluso en sus visiones más fantásticas, permitiéndonos ver a personas reales, en circunstancias reales, con problemas reales. Hosoda conecta con la audiencia de esta manera, haciendo que nos identifiquemos con la humanidad representada en pantalla, sin importar que haya un oso humanoide al lado del protagonista, o un caótico mundo digital desmoronándose, sus personajes no son solo dibujos animados, son humanos que tienen cierta cadencia, que se toman su tiempo en accionar, en moverse, respirar. Una característica que lo separa de sus contemporáneos más reconocidos, creo yo, como Makoto Shinkai, por ejemplo, director de Your Name, El Jardín de las Palabras y 5 centímetros por segundo, brillantes películas, pero que -a nivel personal- siento que reflejan una realidad desde la perspectiva del melodrama, llevando al límite las emociones de los personajes y por ende, erradicando una conexión más orgánica con la audiencia. No considero que su trabajo sea inferior, de ninguna forma, pero creo que hay mucho más valor para mí en el trabajo humano de Hosoda, que entrelaza los hilos de lo real y lo fantástico con una maestría similar a la de Miyazaki, solo que en aspectos distintos.
Si aún no has visto ninguna película de Mamoru Hosoda, si no has visto todas o si solo has visto una, date el tiempo, entra a Netflix e ingresa a la mente de uno de los mejores realizadores de animación al día de hoy. Porque sí, por obra y gracia de Ted Sarandos, el cine de Mamoru Hosoda está disponible para todo el mundo vía Netflix, así que no hay excusas.
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