viernes, 7 de mayo de 2021

La Casa Lobo: Una revolución animada en latinoamérica



María Victoria Rivas Kanelos
(Animari Reviews)

¿Conocen realmente a la compañía "Diluvio"? ¿Les suenan los nombres de Cristóbal León y Joaquín Cociña? ¿Sí les comento que fueron los realizadores de la renombrada película "La Casa Lobo" serían capaces de ubicarlos en sus memorias? Espero que así sea, pero en caso de que no estén familiarizados con la compañía, sus directores, o su película más reconocida, no podría culparlos. Lo cierto es que la animación latinoamericana no es muy consumida por el público general. Es una pena porque en nuestro continente contamos con numerosas joyas cuya creatividad y calidad técnica bien pueden competir con los mejores productos de países con una industria consolidada. Aún así, lo cierto es que la animación en Chile (y en gran parte de Latinoamérica, en todo caso) se compone de un numeroso archivo de producciones cuyas referencias animadas más directas consisten en producciones con un enfoque más comercial que artístico. Sin embargo, de a poco y con sutileza, el mercado latinoamericano y nacional ha forjado su propio estilo, basándose en su historia, en denuncia política y en encontrar nuevos medios expresivos para entablar un diálogo respecto a nuestra propia identidad.

Y es en este escenario donde tenemos mayor libertad creativa a pesar de contar con escasos recursos, que aparece la película que les comentaba al comienzo: "La Casa Lobo" (2018), de los artistas visuales León y Cociña. El dato de que ambos son artistas visuales es de suma relevancia, pues pone en tela de juicio (una vez más) qué tan alejadas están las artes de la animación y el cine en general. La línea es bastante fina, lo cual da pie a experimentos bastante interesantes que han sido la piedra angular a lo largo de toda la trayectoria de su estudio. Sí bien es cierto que esta película significó un hito importante en su estreno, no podemos descuidar las obras que la antecedieron y que comparten muchas características con este largometraje. Me refiero a los cortos de "Lucía" (2007) y "Luis" (2008), ambos de gran relevancia al momento de analizar la propuesta que los directores nos presentan en sus audiovisuales (los puedes ver completos aquí y aquí). Estas tres producciones fueron pensadas como una trilogía, pero su tercera parte se convirtió una la película cuya historia, desde el ángulo de los cuentos de hadas, basa su trama en el histórico caso de Colonia Dignidad.




Antes de entrar en materia permítanme brindarles un poco de contexto. Las historias de los cortometrajes de 2007 y 2008 abordan temas como la soledad, el miedo y el trauma. Sin embargo, no hay conexiones explícitas que nos permitan clasificarlos en un período histórico específico, en ese sentido hay mayor apertura a la libre interpretación. En el caso de "La Casa Lobo", su trama gira en torno al escape de María de Colonia Dignidad, un lugar que en principio se muestra como un pueblito apacible y agradable de colonos alemanes. Lo cierto es que Colonia Dignidad fue una secta fundada por un exmilitar nazi. Su líder, Paul Schäfer, apoyó la dictadura militar de Pinochet, perpetuando numerosos crímenes que incluyen secuestros, torturas y asesinatos. Se trataba, entonces, de un lugar en el que pocos podían entrar y aún menos escapar. María, protagonista de la película, escapa. Y es aquí donde comienza este juego con la historia oficial, ya que los directores nos invitan a entrar en una realidad paralela en la que Chile mismo se encuentra bajo el mandato de la Colonia, y esta película sería una fábula cuya moraleja es no irse, no escapar.

Ahora sí, a lo que nos convoca.

Si bien hay muchos elementos interesantes a tener en cuenta, en este artículo me gustaría centrarme en dos características que encontraremos de manera transversal en las tres animaciones antes mencionadas: el plano secuencia, y algo que denominaré "reconstrucción destructiva" (propuesta estética del estudio). Revisemos a continuación ambos aspectos técnicos.

En el primer caso, y para quienes no estén tan familiarizados, el plano secuencia corresponde a un tipo de plano cinematográfico cuya principal característica es la ausencia de cortes. La imagen no se va "a negro" sino que se configura a partir de una continuidad. Esto en el cine "de actores" resulta más sencillo de hacer pues la grabación no tiene pausa y la cámara se mantiene en constante movimiento. Pero en el cine de animación (y, sobre todo, en el cine de animación en stop-motion), la principal característica son los cortes entre cuadro. Cada fotograma corresponde a una parte del movimiento cuyo conjunto brindará la ilusión de vida. Nada es realmente continuo. ¿Me están siguiendo? Espero que sí.




Convencionalmente en este tipo de técnica la cámara se debe mantener estática, sujeta a una base fija, dar la ilusión de no existir para así otorgar mayor realismo a la imagen. Sin embargo, ni en "Lucía", ni en "Luis", ni en "La Casa Lobo" la cámara se queda realmente quieta. Los directores no quieren que pase desapercibida, sino que más bien la utilizan como recurso narrativo. De esta forma el lente pasa a ser un personaje más de la historia, un personaje igual de moldeable que todos los que se transforman a lo largo de estas tres obras audiovisuales y que, incluso, podríamos llegar a considerar como la conciencia de los protagonistas o su propio punto de vista. La intención detrás de esta apuesta se justificará de manera diferente en cada formato:

En el caso de "Lucía" y "Luis" la cámara adquiere un rol más bien psicológico, que se complementa con la voz susurrante de cada niño que cuenta una historia desde el encierro. Por esto es que la "acción" de los materiales metamorfoseados se encuentran limitados en una habitación que no deja de cambiar, habitación que el lente recorre inquisitivamente: gira de derecha a izquierda, se estabiliza, de pronto cae al ritmo febril de la narración, etc.

En el caso de "La Casa Lobo", si bien se persigue una intención similar, ya no nos encontramos encerrados en un solo cuarto. Como sugiere el título del filme, la cámara va recorriendo las diferentes habitaciones que compondrían una casa. El lente se moviliza y, con él, también la trama va adquiriendo sentido. Por ello no podemos entender la cámara sino como un agente activo dentro de la narración, es decir, como un personaje más dentro de la historia. Los directores le otorgan una identidad y un motivo de ser, agregando aún más dinamismo a estas imágenes en constante mutación.

En este punto me es inevitable señalar una anécdota respecto a la realización de "La Casa Lobo". Ninguna habitación se repite, ninguna es la misma. A nivel narrativo lo podemos justificar (y muy bien) a partir de los elementos antedichos: narrador protagonista, corriente de la conciencia, metamorfosis constante. Sin embargo, también encuentra una respuesta si consideramos el proceso de producción de esta película: Sus directores no tenían un estudio sino que, durante los cinco años de su producción, montaron diferentes muestras en museos alrededor del mundo. Estas muestras consistían en (re)construir su taller dentro de los museos en los que exhibían su trabajo, y permitir a los espectadores observar el proceso de creación (e incluso, en algunos casos, participar dentro de este). Si antes había señalado que el usar un plano secuencia en una película en stop-motion es curioso, lo es aún más si consideramos que gran parte de lo que vemos ni siquiera fue creado en el territorio de un mismo país. Al igual que el filme en sí mismo, todo el proceso de creación que hay detrás siguió una línea similar que se relaciona fielmente al mundo de las artes visuales del cual provienen sus realizadores.






Y ya que destacamos la interesante producción, convendría centrarnos en la segunda característica cinematográfica que señalaba en un principio: la denominada "reconstrucción destructiva". Esta correspondería, en mi opinión, a la propuesta estética del estudio, ligada estrechamente al proceso de animación que previamente revisamos (stop-motion y plano secuencia). Los directores no pretenden representar la realidad, sino todo lo contrario. Los personajes y su entorno nunca están tranquilos porque se encuentran en constante transformación. En los dos cortometrajes los protagonistas no se materializan en un dibujo, un muñeco u otra estructura material previamente determinada, sino que sentimos su presencia gracias a la voz en off de cada uno y, ocasionalmente, el escenario nos muestra alguna que otra imagen de ellos que no tardará en borrarse.

En "La Casa Lobo" los personajes sí se materializarán, pero no estarán limitados a una sola cosa. María puede ser encarnada por cualquier material. El Lobo es la amenaza invisible. Ana y Pedro son, quizás, quienes más transformaciones experimentan en el aspecto narrativo, pues pasan de ser cerdos, a niños morenos y, finalmente, a niños rubios (paso del animal, al chileno, al alemán o la "raza superior"), pero siempre manteniendo la misma inconsistencia estética de María. Ningún personaje es personificado a partir de un solo muñeco: son pintura, papel, fieltro, cinta, y cualquier otra cosa que se encuentre a disposición de los artistas.

En definitiva, ambas características audiovisuales dejan patente la intención misma del estudio Diluvio al momento de hacer cine de animación. Sus fundadores señalan no creer en el diseño de personajes a la vez que critican la obsesión de las películas por mantener siempre la continuidad en este aspecto. Su objetivo consistía en experimentar con la materialidad bajo la premisa de que no se necesita mantener todo de manera continua o lineal para que la historia sea entendible. Sus tres producciones comparten el uso del plano secuencia, integrando a la cámara en su narrativa; y su propuesta estética, (re)construyendo un escenario y una historia a partir de objetos. Todo lo que la cámara enfoca (desde el recinto hasta los mismos personajes) se transforma, cambia, vibra, se fusiona con su entorno. Si la animadora chilena Vivienne Barry decía que "un buen animador sabrá sacarle partido a la caracterización del objeto", un cineasta aún más hábil sabrá mantener la continuidad de la historia aunque el personaje se encuentre en constante metamorfosis.




En estrecha relación tenemos el uso del sonido a lo largo de estas tres obras, el de los materiales que se descomponen y se vuelven a armar. A diferencia de otras producciones que buscan apegarse lo más posible a la realidad sin que se note el proceso de producción, en este caso la intención de los directores es que el proceso mismo se convierta en la obra final. Se nota en el formato que emula un plano secuencia con una cámara en constante movimiento, se nota en la metamorfosis orgánica tanto de escenarios como de personajes, y se nota al momento de incorporar sonidos que remiten a esa reconstrucción. Tenemos una propuesta estética que no solo se crea a partir de elementos visuales sino también sonoros: las voces y el sonido de los elementos espaciales que se transforman, mueven, reestructuran. El susurro es una constante que atraviesa las tres producciones que remite al miedo, a la reclusión, a la fuga. Lucía y Luis susurran, a veces ininteligiblemente, contándole al espectador una situación que les atormenta y es partir de este susurro que todo su espacio muta. María habla en susurros a lo largo de todo el filme, señalando su papel de fugitiva que intenta ocultarse y no ser percibida, pero también dejando en claro su minimización en relación con el Lobo que la persigue y no deja de seguirla.

Hemos hablado mucho sobre la estética de estas producciones, y muy poco respecto a su repercusión en la industria. Lo cierto es que estas producciones, pese a tener referencias en el plano internacional, resultan una novedad en el caso chileno, y me atrevería a decir que incluso en el Latinoamericano. La propuesta estética de Diluvio es algo único en la industria local, pero las temáticas que toca permiten enlazarlos con un corpus de animaciones donde aparece el mensaje político y contingente, destacando "La Casa Lobo" en este último aspecto ya que, de las tres, es la única obra que se desarrolla a partir de un elemento directo de la historia de Chile.

No es primera vez que se abordan estos temas, pero sí resulta bastante importante señalar los logros técnicos y de producción: En primer lugar, nos demuestra que con recursos escasos se pueden crear soluciones satisfactorias que contribuirán al mensaje final del filme y que, además, construyen una propuesta autoral. En un contexto en el que pocos gobiernos están dispuestos a apoyar el mundo artístico, el arte busca la forma de arreglárselas como puede, como lo es este caso. En segundo lugar, no busca ser complaciente con ningún público o rango etario. No es una película infantil, pero tampoco creo que sea para adultos acostumbrados a propuestas lineales, convencionales o menos experimentales. Es un filme que se piensa a sí mismo y al mensaje que quiere transmitir, sin cuestionarse demasiado a quien va dirigido. En tercer lugar, el género que aborda. Pocas veces ha aparecido el terror como tema dentro de las animaciones latinoamericanas (hay casos, por supuesto, como los cortometrajes de Sofía Carrillo, pero dentro de la industria en Latinoamérica son escasos los ejemplos en este género). Leon y Cociña, estando o no conscientes de esto, crean una atmósfera que remite al lado más oscuro y perturbador de los cuentos de hadas, de la historia chilena, y de la humanidad misma. De por sí la propuesta visual resulta algo desconcertante, pero combinado con la constante amenaza de algo fuera de nuestro entendimiento, a mi parecer sería erróneo no considerarla como uno de los pocos ejemplos que podemos nombrar al pensar en animaciones de terror.




Diluvio va más allá de las convenciones establecidas en el cine de animación. Se atreve a experimentar con el medio que trabaja, a dejar patente la estrecha relación que este medio guarda con las artes visuales, y da un paso hacia delante en lo que refiere a técnica. En los cortos y película hay una intención narrativa que se configura a partir de una materialidad que no deja de (re)construirse. Sin embargo, su hilo narrativo no se encuentra tan demarcado, más bien se encuentra en el mismo plano de importancia que su visualidad ya que la historia se entiende, sustenta y complementa en esta (a veces, incluso, lo visual pareciera primar por sobre lo narrativo). No podemos entender lo uno sin lo otro. Lo visual es parte de lo narrativo, y por eso el sonido reinterpreta en todos los filmes el material construyéndose y desasiéndose. La intención es alejarse de todo plano real al momento de construir los relatos, los perversos cuentos de hadas.

Recomiendo este breve video en caso de que deseen profundizar más sobre el tema de Colonia Dignidad.

Fuentes referidas:

- Barry, Vivienne. Animación: La magia en movimiento. Santiago, Chile: Pehuén Editores, 2010. Impreso.
- Cociña, Cristóbal, León, Joaquín. Diluvio: Animación entre el cine y el arte. Monoclub: Festival Internacional Chilemonos, 2020.
- La Casa Lobo. Dir. Cristóbal Leon, Joaquín Cociña. Diluvio, 2018. Recuperado de https://ondamedia.cl/#/player/la-casa-lobo-1
- Lucía. Dir. Cristóbal Leon, Joaquín Cociña, Niles Atallah. Diluvio, 2007. Recuperado de http://diluvio.cl/projects/lucia-short-film/
- Luis. Dir. Cristóbal Leon, Joaquín Cociña, Niles Atallah. Diluvio, 2008. Recuperado de http://diluvio.cl/projects/luis/


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1 comentario:

  1. Me parece genial que se hable en el blog de propuestas como estás. Sin duda alguna, una gran película. Felicidades por el contenido.

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