sábado, 31 de octubre de 2020

El cine en tiempos de Coronavirus: La industria cambiará para siempre


Ante todo, espero que estén bien. Esto no ha terminado todavía, claramente, así que continúen cuidándose y cuidando a las personas que los rodean. Hay mil cosas más importantes que las películas en este momento, pero creo que han pasado suficientes meses desde el inicio de la pandemia, como para tener un panorama más claro sobre el presente y futuro de aquello que nos congrega en esta página: el cine. Así que hoy haremos una suerte de recuento sobre los desastres que se avecinan para los estudios, los fans y la industria en general. ¿Debemos de preocuparnos? sí... un poco. Empecemos desde el inicio.

Nadie estaba preparado para esto. Ese es un punto que tenemos que tomar en cuenta cuando nos lancemos a criticar algunas decisiones tomadas en medio de este caos (cof cof Mulán), ya que no hay un manual de reglas sobre cómo lidiar con drásticas pérdidas monetarias en medio de la mayor crisis sanitaria de los últimos años. Los estudios, productores, directores y demás, están aprendiendo sobre la marcha, mientras nadan en las aguas de la incertidumbre. ¿Voy a criticarlos como si no hubiese mañana? efectivamente, pero metiéndole un 10% de empatía.

Primera baja: los cines tuvieron que cerrar cuando inició la cuarentena alrededor del mundo, y mientras más tiempo pasa, más se agrava su situación. Por ejemplo, una de las cadenas más importantes en Estados Unidos es AMC, y actualmente se está debatiendo si la empresa va a poder resurgir en medio de este desastre, ya que se habían endeudado para implementar nuevos espacios y servicios en sus salas, y planeaban cubrir esa inversión con las ganancias de este año, pero... bueno, ya saben, pandemia. El gobierno norteamericano decretó que las salas podían volver a abrir con capacidades limitadas hace un par de meses, por lo que todos creímos que eso iba a resolver el problema de AMC y el resto de cadenas, pero no... ¿me creerías si te digo que se necesitan películas también? Tenet era el mesías, el chivo expiatorio que Warner envió al matadero mientras los otros estudios observaban desde la distancia cruzando los dedos. La cinta era la primera película que llegaba a salas en medio de la crisis, y si probaba ser rentable, entonces todos tendrían el coraje de estrenar. ¿Qué pasó?



Tenet es la película original más costosa de Nolan (200 millones de dólares) y podríamos decir también que es su primer fracaso comercial, ya que recaudó tan solo 341 millones de dólares, cuando en realidad necesitaba 500 millones como mínimo para no perder dinero (ni siquiera para generar ganancias). ¿La consecuencia? solo The New Mutants (la eterna película pospuesta de Fox) y otras películas de presupuestos limitados, se llegaron a estrenar. Ninguna con resultados favorables. ¿La otra consecuencia? los cines no tienen nada que mostrar y por ende, han empezado a cerrar nuevamente, como pasó con Regal, otra cadena importante en Estados Unidos. Las que han decidido mantenerse abiertas, esperan que con menos competencia en el mercado puedan llevarse una mayor audiencia pese a la limitada cartelera, pero a estas alturas, es solo cuestión de tiempo.

Me encantaría saber cómo está la situación en sus respectivos países, pero al menos aquí en Perú la cosa no pinta bien tampoco. Acá estábamos dominados por dos cadenas predominantes: Cineplanet y Cinemark, mientras que otras de mediana escala ya estaban sufriendo para mantenerse a flote incluso desde antes de la pandemia (CineStar cerró y UVK estaba al borde de hacerlo). Han habido intentos de auto cinemas, pero es un nicho bastante pequeño y de moda (sin mencionar lo excesivos precios y los únicos dos establecimientos de la capital).

¿Qué mierda va a pasar ahora? bueno, pues han surgido dos respuestas bien extrañas. La primera es el streaming, del cual hablaremos en breve, pero la segunda es una que no ha rebotado mucho en los medios de habla hispana, y que es de vital importancia conocer: el "decreto Paramount." ¿Qué es eso? te preguntarás, dame un segundo y te lo resumo de forma sencilla.



En 1948 se establecieron unos acuerdos que prohibían a los cines controlar todo el proceso de producción, distribución y exhibición de sus películas, ya que en ese entonces los grandes estudios de Hollywood eran dueños también de varias cadenas de cines. Los estudios fueron obligados a vender estos establecimientos y reinó la paz... hasta ahora, que los acuerdos han sido revocados. ¿Cuáles son las consecuencias? pues algunas son bastante simples, como por ejemplo que los estudios ya no estarán obligados a mostrarles las películas a los cines antes de negociar la exhibición, así que las salas tendrán que aceptar ciegamente la calidad de la cinta. Lo otro es que ahora los estudios pueden negociar por paquete, dado que antes cada cinta se negociaba de manera independiente. Por ejemplo, si Cinemark quiere estrenar Avengers 5 es sus salas, Disney les puede decir tranquilamente: "si quieres la película, me tienes que agendar estas otras cinco para el próximo año, ese es el trato." Antes esto estaba prohibido. La tercera y mayor consecuencia es que ahora los estudios pueden ser dueños de cadenas de cine nuevamente, por lo que Disney podría elegir poner sus películas como prioridad en sus salas y cobrar altos precios a la competencia, o de plano, no exhibirlas y punto. AHORA, que los estudios se quieran meter al negocio de los cines es complicado también, ya que es un negocio que no genera demasiadas ganancias (¿por qué crees que te venden el pop corn tan caro?), PERO POR OTRO LADO, dada la crisis que están enfrentando las salas ahorita, si quieren comprar... no habría un mejor momento para hacerlo.

¿Por qué se tomó la decisión de matar los acuerdos? pues porque podríamos argumentar que ya existe un monopolio con las plataformas de streaming, con Disney+, Amazon o Netflix. Así que cancelar los acuerdos está siendo visto como una forma de adaptarse a los nuevos tiempos, donde irremediablemente, los estudios son dueños de su propia exhibición, aunque sea en un un portal virtual.



Mientras el mundo arde en llamas, los servicios de streaming están viendo la forma de reforzar sus plataformas para sobrevivir. Netflix tuvo problemas con sus rodajes este año, como todo el mundo, y al final se ha visto obligado a cancelar diversos proyectos para compensar algunas pérdidas y ordenar su cronograma. Lo mismo pasa con Amazon y Disney+ (hay más, pero para no listar a todos, me voy a centrar en estos tres), quienes han tenido que mantenerse relevantes con tanta gente metida en casa sin nada que hacer. Disney+ está comenzando a llegar a nuevos rincones del mundo, y a buena hora, ya que la compañía del ratón necesita el dinero. The Walt Disney Company ha sido la más golpeada por la situación, perdiendo más de 5mil millones de dólares en lo que va del año, cortesía de sus películas pospuestas y parques de diversiones cerrados. Esta crisis los llevó a estrenar algunos de sus proyectos en la plataforma virtual y... ya sabemos como termino eso.

Artemis Fowl fue un desastre crítico y Mulán, aunque no cayó tan bajo, fue otra pieza controversial gracias a declaraciones de su protagonista, su mediocre interpretación de la cultura China y el cobro extra de 30 dólares para verla, ¿el resultado? una película con el potencial de llegar a los mil millones de dólares, que ha recaudado mucho, mucho menos (70 millones). Para rematar a los fans, Disney comenzó a vender Mulán en plataformas de video on demand semanas después (en Google play, Amazon, etc.) AL MISMO PRECIO. Si, podías comprar la película con lo que te costaba alquilarla en Disney+, un insulto. Pero en fin, de nuevo: no hay manual para esto, y Disney se metió una tremenda cagada que le pasó factura. Pese a esto, Soul, la nueva cinta de Pixar, va a llegar al servicio el 25 de diciembre y en un giro de eventos inesperado, hace una semana se hizo pública la decisión del estudio de re-organizar la estructura de la compañía para priorizar Disney+ por sobre cualquier otra cosa. ¿Qué significa esto? pues que todo lo que produzca Disney a partir de ahora, tendrá prioridad nivel: streaming. En pocas palabras, incluso si los cines comienzan a reabrir plenamente en enero 2021, muchas de las producciones del estudio (no todas) estarán enfocadas a lo virtual hasta nuevo aviso. No se sorprendan si pronto anuncian que ciertas cintas de Marvel no van a llegar a salas.



Hollywood ha pospuesto sus grandes producciones para el próximo año e incluso hasta el 2022 (mi corazón aún llora por The Batman), pero las cifras van a tardar mucho en volver a ser como las de antes. Estrenar películas el próximo año va a ser un salto de fe, en el cual los estudios van a tener que arriesgarse a no ganar dinero, o incluso perder. ¿La salida tentativa? vender dichas películas a servicios de streaming para cubrir costos. Hace unos días se anunció que varios estudios habían querido comprar la última cinta de James Bond, por ejemplo, y esas conversaciones no hubiesen ocurrido JAMÁS si no fuese por la pandemia. Estamos viviendo tiempos bastante locos. Si los estudios no generan dinero, las producciones van a disminuir en escala y cantidad, y si los cines cierran, de pronto la exhibición tradicional va a ser menos rentable, convirtiendo al streaming en -literalmente- la única ventana factible. Lo malo, es que estos servicios existen en base a ganancias por suscripción, así que tienen un tope de lo que pueden gastar anualmente sin irse de cara. No esperen tener la misma cantidad y calidad de contenido que teníamos normalmente en cines.

¿Deprimente? efectivamente. Muchos creen que la dominación de los servicios de streaming era algo inevitable, y en parte opino lo mismo, pero la pandemia ha acelerado este proceso de cambio considerablemente. ¿Creo que los cines van a desaparecer? no. Pero definitivamente estamos afrontando un antes y un después en la industria. Van a ocurrir muchos cambios, y quién vive o muere, se va a definir en el 2021, dependiendo de que tan lento o rápido se reabran las salas a capacidad completa, que tanto se controle el virus y cuanta taquilla generen los primeros estrenos del año. Personalmente esto me mata, ya que he sido un fanático de la experiencia en salas de manera casi obsesiva, bordeando el visionado promedio de 100 películas al año (para el dolor de mi billetera). Extraño el silencio, la oscuridad, la pantalla grande, los tráilers iniciales, a los bebés jodiendo y a los innombrables que me pateaban el asiento. El cine no es solo un pasatiempo para mí, este blog lo es, de alguna forma, pero el cine representa mucho más: es mi vocación, y afrontar un cambio tan drástico en la forma de experimentar este arte, asusta. Pero si algo me ha enseñado esta pandemia es que la creatividad encuentra formas de florecer entre las grietas, y con todas las adversidades encima, se seguirán contando historias hasta el final de los tiempos... aunque tengamos que adaptarnos, aunque duela. Nuevos formatos surgirán, nuevas ideas, y los grandes realizadores del cine mundial agotaran todos sus esfuerzos para salvar el medio que todos amamos. Los audiovisuales independientes, de los cuales no hemos hablado mucho el día de hoy, formarán una parte elemental de este futuro incierto. Se vienen momentos difíciles, pero bien dicen que el mejor arte surge de situaciones adversas.


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