miércoles, 30 de diciembre de 2020

Don Bluth vs. Disney: el animador que hizo temblar a un imperio



El nombre de Don Bluth puede no encender ninguna alarma por sí solo, y por ende, el título de esta nota te puede sonar "exagerado", pero antes de saltar a una conclusión apresurada, te pido que me concedas un minuto para elaborar la idea. Disney siempre ha sido la compañía más poderosa en cuanto a animación se refiere, sus cintas no solo gozan de buen alcance y taquilla, sino que por lo general, también de una media de calidad bastante alta. Por ejemplo, Ghibli es un contendiente claro en el apartado de "calidad" (y para muchos, llega a ser superior), PERO no posee ni remotamente un éxito comparable al de la compañía de ratón, no posee "el poder" que sí tiene Disney. ¿A dónde quiero llegar con esto? pues a que incluso con este nivel de poder, en la actualidad, existen compañías de animación que pueden rivalizar con Disney en las salas (aunque no siempre ganar), tales como Dreamworks Animation, Illumination o Sony Pictures Animation, ¿pero hace veinte o treinta años? imposible, nadie podía hacerle frente, NADIE… A excepción de un sujeto, un animador prolífico que, sintiéndose humillado por quienes habían sido sus colegas, decidió declararles la guerra. ¿Has visto Una ratoncita valiente, En Busca del valle encantado o Anastasia? pues entonces, has visto el cine de Don Bluth.

Mi trilogía no oficial de la animación de Disney llega a su fin el día de hoy, si deseas leer los primeros dos "capítulos", te invito a leer las notas que hice sobre El Planeta del Tesoro y Atlantis, en las cuales hablo de los factores que contribuyeron a su fracaso crítico y comercial, mientras las uso de ejemplo para hacer un comentario sobre cómo se manejaba la industria animada en aquella época.

Ahora sí, a lo que vinimos. Don Bluth fue fanático de Disney desde muy pequeño, al punto de que muchos de sus primeros recuerdos involucran ir al cine con sus padres a ver los clásicos animados del estudio, para luego llegar a casa y copiar todos los cómics de Disney que pudiese encontrar, practicando así, desde muy temprana edad, su pulso para el dibujo. ¿Su sueño? trabajar para ellos. Su familia se mudó mucho, hasta que eventualmente llegó a California, la ciudad donde late el corazón de la industria. Tras asistir un año a la universidad, Bluth envió su portafolio de trabajos a Disney... y fue seleccionado. Ascendió rápidamente en los cargos y llegó a ser el asistente de John Lounsbery, el director de animación de La Bella Durmiente. Sin embargo, a pesar de haber conseguido su mayor logro profesional, Bluth tenía otra prioridad: su religión. Como mormón puro y duro, en 1957, deja Disney y se va de retiro a Argentina durante DOS AÑOS Y MEDIO.


La Bella Durmiente


A su retorno, continuó trabajando en la industria, hasta que en 1971, regresó a Disney como animador de tiempo completo. Durante su estadía, trabajó en Robin Hood, Winnie the Pooh and Tigger Too, Bernardo y Bianca, y dirigió la animación de Pete's Dragon (amalgama live-action con animación). Todo parecía ser felicidad, pero... no era así. Tras la muerte de Walt Disney, el estudio entró en una crisis de identidad, lidiando con decepción animada tras decepción animada, y por ende, invirtiendo menos dinero en este tipo de películas. Animaciones recicladas, bajos presupuestos y escasa originalidad, eran algunas de las cosas que estaban matando a Bluth por dentro, quien no soportaba ver el estado actual del alguna vez maravilloso estudio. "Muy lindo todo Víctor, pero tú me prometiste drama"... Bueno, Bluth lanzó un cortometraje llamado "Banjo, the Woodpile Cat", un proyecto que le tomó cuatro años realizar junto a sus compañeros, a modo de proyecto personal, y de la manera más austera del mundo: en su garaje. El cortometraje eventualmente llamó la atención de un inversor, y este se ofreció a financiar una potencial película para el equipo. Bluth comentó este hecho con el staff de Disney y... se burlaron de él, muchos de ellos, diciéndole que era imposible, que él carecía de ideas originales y que era mucho trabajo, demasiado para un equipo tan pequeño. Si ellos sufrían para terminar una película, ¿Cómo podría Don Bluth hacerlo con menos recursos? esta "humillación", sumada a la falta de riesgos que tomaba Disney en ese entonces, provocó que Bluth, junto a Gary Goldman, John Pomeroy y otros nueve animadores, se fuesen para fundar su propio estudio: "Don Bluth Productions." Otro fuerte golpe para la casa del ratón, que ya había perdido a varios animadores históricos y contaban con esta "sangre nueva" para ejecutar sus nuevos proyectos. La guerra había comenzado.

En 1982, Don Bluth productions estrenó su primera película: The Secret of NIMH (Una ratoncita valiente), una adaptación del libro "Mrs. Brisby and the rats of NIMH", un proyecto que había sido rechazado por Disney una década atrás. La cinta no generó muchas ganancias (porque compitió con una pequeña película llamada E.T.), pero fue alabada por la crítica y la industria animada, convirtiéndose en un clásico inmediato. Aunque repito: no hizo mucho dinero, por lo que Don Bluth productions nació y murió con su primer proyecto, ya que poco después se tuvieron que declarar en bancarrota.


Banjo, the Woodpile Cat


The Secret of NIMH


Su siguiente productora sería fundada poco después, en 1983, con el nombre de "Bluth Group." Aquí se hicieron dos videojuegos: los populares Dragon's Lair y Space Ace. El primero, un clásico del arcade en Estados Unidos (los que han visto Stranger Things lo reconocerán), y el segundo, un producto mucho menos exitoso, pero competente. Esto le permitió a la productora seguir operando... hasta que se fueron en bancarrota en el '85 una vez más, luego de "la crisis del videojuego del '83", provocada por la saturación en el mercado y el ascenso de las computadoras personales. En 1985, oh sorpresa, Don Bluth fundaría otra productora: "The Sullivan Bluth Studios" en asociación con el empresario Morris Sullivan. Poco después, Bluth se asociaría con nada más y nada menos que Steven Spielberg (que traía en la mochila a Amblin Entertainment y Universal Pictures) para hacer An American Tale (Un Cuento Americano), película que no solo arrasó en taquilla (se convirtió en la película de animación no-Disney más taquillera de la historia), sino que le ganó a otra película de ratones del mismísimo Disney: The Great Mouse Detective (Policías y ratones). Me imagino a Bluth tomando champán esa noche, con lágrimas en los ojos. En 1988, su segunda producción con Spielberg sería The Land Before Time (En Busca del Valle Encantado) y Bluth, empoderado, decidió estrenarla el mismo día que Oliver y su Pandilla, de Disney. ¿Poco sensato? efectivamente. ¿Ganó en taquilla? si, ganó en taquilla... otra vez. Las cosas como son, esto es un hito en la historia de la animación. Un solo sujeto estaba plantándole cara a la compañía más grande del mundo, y estaba ganando. Sin embargo, la buena racha no duraría mucho.

Tras dos éxitos rotundos con Bluth, Spielberg se fue por su lado y fundó la rama de animación de Amblin Entertainment, llamada “Amblimation." Hay muchas conjeturas sobre el porqué de esta ruptura, pero todo parece indicar que fue Bluth quien quebró la alianza, al no querer seguir órdenes directas de Spielberg en un estudio donde no tendría pleno control (algo que no debería sorprendernos si vemos que el tipo parecía tomar decisiones más emotivas que racionales). En fin, la siguiente película de Bluth sería Todos los perros van al cielo, cinta que fracasó en taquilla y que perdió abrumadoramente contra Disney. La llama de Bluth se apagaba, al mismo tiempo que la de Disney se volvía a encender con la primera película de su "periodo de renacimiento": La Sirenita. Está de más decir, que esta fue la última vez que el buen Don estrenó una película el mismo día que su rival. Para hacer la historia corta: las siguiente películas de Bluth fueron difíciles de financiar, además de ser destruidas en taquilla y en crítica: Rock-a-Doodle, Thumbelina (Pulgarcita), El Pingüino y la Piedra (ya sé que es una mierda, pero AMO esta película) y A Troll in Central Park. Para ser justos, los financistas de estos proyectos tenían el poder contractual de cambiar cualquier cosa que no les pareciera en cualquier momento de la producción, algo que a Bluth no le hacía nada de gracia, claramente, pero si quería quería seguir animando, debía quedarse callado. En El Pingüino y la Piedra, por ejemplo, Bluth no quería que se ponga su nombre como director, porque sentía que el resultado final era de todos menos suyo. En retrospectiva, él mismo ha llegado a reconocer que debió quedarse con Spielberg, puesto que él se hubiera asegurado de que hubiese un estándar de calidad predominante.


Dragon's Lair 


Logo de "Amblimation"


Todos los perros van al cielo


A inicios de los 90's, Don Bluth y Gary Goldman, su compinche y co-director en algunos proyectos, fundaron la rama animada de Fox, titulada “Fox Animation Studios.” ¿Su primera producción? una luz de esperanza al final del túnel, y para muchos, su mejor película hasta la fecha: Anastasia, en 1997. Bluth estaba de vuelta, baby, inaugurando el estudio con el pie derecho. Con la crítica y la taquilla de su lado, ¿Qué podría salir mal? pues… Pixar, el estudio que singularmente mató a la animación tradicional. A finales de los 90's, la casa del ratón estaba pasando nuevamente por un periodo gris, su era musical estaba muriendo (algo que cuento más a detalle en las notas de El Planeta del Tesoro y Atlantis, cof cof) y estaban migrando a otro tipo de aventuras, con menos canciones, más originales, etc. Pixar había cambiado la fórmula y había que adaptarse a los paladares refinados de la audiencia. Bluth se dio cuenta del cambio que estaba sufriendo la industria, siguió su instinto y se abalanzó con una película  de acción animada bastante visionaria, que mezclaba elementos tradicionales con CGI: Titan A.E. ¿El resultado? Solo diré que Fox Animation Studios cerró diez días después de su penoso estreno en salas.

Don Bluth dejó de dirigir.

Pixar cambió el mundo de la animación para siempre. En este periodo de transición, Disney pudo recuperarse de las pérdidas de Atlantis, El Planeta del Tesoro, Vacas Vaqueras, etc. gracias a la ramificación de su negocio, mientras que Bluth no pudo recuperarse del fracaso de Titan A.E. porque su estudio era nuevo, y la estabilidad siempre le fue ajena. Desde entonces, Bluth y Goldman han trabajado en diversos proyectos, tales como videoclips o videojuegos, e incluso crearon una universidad virtual para aprender animación. En 2015, lanzaron una campaña de Indiegogo para conseguir financiamiento y hacer el pitch de una película animada de Dragon's Lair, la meta inicial era de 250 mil dólares, pero llegaron a recaudar más de 700 mil. El estado actual del proyecto es un misterio, pero en 2020 Netflix anunció que estaba trabajando en una adaptación live-action del juego, con Ryan Reynolds como protagónico y con Bluth enlistado como productor. En setiembre de este año, Bluth anunció la creación de "Don Bluth Studios", junto a Lavalle Lee, fundador de "tradicionalanimation.com." Su primer proyecto será una cinta antológica escrita, narrada y dibujada por Bluth, que será estrenada vía streaming y posteriormente llegará a YouTube.

Está claro que su objetivo sigue siendo el mismo desde que dejó Disney años atrás: devolverle la vieja gloria al cine tradicional de animación.


Fox Animation Studios


Anastasia


Titan A.E.


Aunque pueda ser sencillo etiquetar a Bluth como un personaje trágico, creo que sería indigno verlo exclusivamente de esa manera. Bluth luchó bajo sus propias reglas, ganó y perdió, pero lo hizo respetando su integridad como artista. Es, sin lugar a dudas, uno de los directores de animación más relevantes de la historia, el único que pudo enfrentarse a Disney frente a frente y que, en un par de ocasiones, pudo hacerlos morder el polvo, algo que parecía IMPOSIBLE hasta ese entonces. No fue perfecto, cometió varios errores y se ha asegurado de reconocerlos con el pasar de los años, pero pese a todo, logró gozar de un éxito moderado posterior a su último largometraje, y hoy, a sus 83 años, sigue trabajando apasionadamente en lo que más le gusta: animar. Quizá lo hace en una ventana más pequeña que la de otros de sus colegas, pero quizá también con una libertad que ellos no poseen. Mentiría si dijera que soy fan de todas las películas que produjo, pero soy fan de su ímpetu y de lo que representa, un náufrago que nado a contracorriente hasta llegar a la orilla, una en la cual espero, finalmente, haya encontrado la tranquilidad.

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